El despertar educativo
- Gissela Naber
- 11 ene 2018
- 1 Min. de lectura
Actualizado: 19 mar 2018
Al arribar a los portones del centro se siente como un aire diferente. Niños y jóvenes entusiastas día a día con ganas de descubrir nuevos conocimientos.
Si hace unos años atrás se decía que el centro educativo Santo Domingo, del municipio de Algete, iba a ser un ejemplo de innovación era algo inimaginable. Aulas con un promedio de cinco alumnos, docentes desmotivados, metodologías tradicionales y una alerta constante de cierre del centro educativo, eran algunos de sus obstáculos constantes.
Hoy en día la realidad es otra. Es un centro que incentiva una metodología basada en la creatividad, en el que las diferentes propuestas estimulan una participación activa del alumnado, rodeados de herramientas interactivas, libros digitales y otras variadas gamas de recursos.
De hecho, cada rincón del centro es aprovechado; cada espacio busca apoyar el uso de la tecnología y las inteligencias múltiples. Para lograrlo, se crearon ambientes más acogedores y estratégicos.
Sin embargo, la llegada de la tecnología en este centro no consistió en un simple cambio de herramienta. Se requirió de cambios más profundos, por ejemplo en los métodos docentes, abarcando desde la forma de impartir contenidos hasta la forma de evaluación.
Es importante recalcar que no pasa por un factor económico, sino que lo que importa es el entusiasmo por mantener activo el motor de mejora y, sobre todo, tener la mente abierta a un paradigma completamente diferente.
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